Me masturbo furiosamente, casi contra natura, y el advenimiento del efímero goce me trae consigo una melodía fácilmente reconocible. Me doy un tiempo prudencial y hago como si no supiera de dónde viene, y sigo tarareándola hasta su fin... Se trata de la sinfonía de entrada de "Beverly Hills 90210", o como cruelmente se conoció en el país de Cervantes "Sensación de vivir", la serie que salvó una de las décadas más decrépitas de la historia, al menos del siglo XX (las guerras mundiales yo no las viví, así que me dan igual).
martes, 9 de marzo de 2010
90210: El número que salvó una década
Me masturbo furiosamente, casi contra natura, y el advenimiento del efímero goce me trae consigo una melodía fácilmente reconocible. Me doy un tiempo prudencial y hago como si no supiera de dónde viene, y sigo tarareándola hasta su fin... Se trata de la sinfonía de entrada de "Beverly Hills 90210", o como cruelmente se conoció en el país de Cervantes "Sensación de vivir", la serie que salvó una de las décadas más decrépitas de la historia, al menos del siglo XX (las guerras mundiales yo no las viví, así que me dan igual).
domingo, 21 de febrero de 2010
DE CÓMO ME DI CUENTA DE QUE NO ERA COMO LOS DEMÁS
lunes, 22 de junio de 2009
LA PRUEBA DEL CRIMEN ESTÁ HECHA DE FIBRA
martes, 17 de junio de 2008
EL ASESINO DE LA ESCALERA
Andábame yo pía y serena en mi casa, tranquila, como una mujer más que planta cara al desidio de esta infame vida que por desgracia a algunas nos ha tocado vivir desde que el Prozac ya no está cubierto por la seguridad social y nos obligan a ingerir el maldito genérico que por mucho efecto similar que tenga es una basura, cuando, como decía, alguien sonó a la puerta.
Como yo soy una moderna convencida, y todas lo sabéis, en el pasillo de la escalera hay unos fotosensores, que son lucecitas divinas que se encienden en cuanto algo invade el espacio del pasillo. Pues bien, quiso la mala suerte que ese día, la lucecita que pasa justo por encima de mi puerta estuviera fundida, con lo cual, ahí no se veía nada.
Ante el ruido del timbre, reaccioné, de una manera casi automática, abalanzándome contra la mirilla. Efectivamente ágiles lectoras, ahí no se veía absolutamente nada. Bueno sí, una silueta, evidentemente negra, de alguien que esperaba ansiosamente a que yo abriera la puerta, a juzgar por su postura sinuosa y la mano apoyada contra su cadera...
- ¿Quién es? , pregunté inquieta, y pegué la oreja a la puerta.
- Auuauuu auuuaaauuau, creí entender.
Como bien habréis podido imaginar, la única traducción posible a semejante frase de idioma remoto es: "Intenta visualizar algo bonito, porque será lo último que registren tus retinas después de arrancarte los ojos".
El miedo empezó en ese momento a apoderarse de mí. Bien es cierto que tengo multitud de enemigas, y que entre vosotras, queridas lectoras, más de una me arrancaría la piel para hacerse un vestido e intentar así nutrirse de mi genialidad, pero en ese momento no entendí por qué alguien quería matarme de esa manera, sin haberme prevenido si quiera, sin decirme las razones, de una manera tan protocolaria, llamando a la puerta, sin ni si quiera una historia de complot o algo así para al menos morir de una manera original.
- ¿Quién es?, volví a repetir con la esperanza de poder entender mejor la anunciación de tan trágico desenlace.
- Auuuauuu auuuuu Uauauaau
En ese momento lo comprendí todo. No iba a ser posible un entendimiento entre aquel asesino y yo. Sus razones para matarme pesarían en su cabeza tanto como las mías en mi cerebro para seguir vivo, así que no habría diálogo por medio. Estaba aterrorizada. Pensé en mi infancia entonces, y después, en mi adolescencia. Juzgué en ese preciso instante que quizás habría vivido demasiado, y ya habría hecho todo lo que tenía que hacer. Fue en ese momento cuando una súbita paz invadió mi cuerpo. Un pensamiento salomónico se instaló definitivamente en mi cabeza: Cuanto antes abra la puerta, antes me matará, y antes habré acabado con esta situación.
Morir tan joven y bella no me hacía mucha gracia. Pero el hecho de sentir que había arreglado las cuentas conmigo mismo en el autojuicio de moral que me practiqué antes de ser asesinada me hacía sentirme francamente bien. Iba a morir dignamente, asesinada, pero dignamente, así que no me lo volví a pensar por si acaso me arrepentía. Abrí la puerta de una manera brusca para recibir como se merece a la persona que te va a matar.
El desenlace no pudo ser más trágico. Ni decepcionante. Una bella mestiza, un poco desgarbada en sus formas pero graciosa de cara, recién salida de ninguna parte me decía sonriendo y con tono jocoso: "Ha olvidado usted sus llaves metidas por fuera de la puerta. Ponga atención, nunca se sabe". Entonces la miré perpleja, casi enfadada. Llevaba puestas unas ridículas gafas redondas, de esas para astigmatas que te hacen los ojos más grandes y tenía el pelo atado de cualquier forma con la primera goma que había encontrado por ahí. "Muchas gracias, es usted un encanto", me vi obligada a responderle siguiendo el protocolo. Y añadí: "Con gente como usted, alimento la esperanza de que todavía queda gente buena en este mundo".
Y con un cierto aire de tristeza, obsesionada ante la idea de que en mi vida hace mucho tiempo que no pasa nada interesante, cerré la puerta convencida de que esa mujer era una especie de ángel hipermétrope que quería ayudarme a rellenar el post de este mi humilde blog.
martes, 27 de mayo de 2008
VAGINA DENTATA
Por lo visto, en casi todas la culturas del mundo y de todos los tiempos ha existido ese mito, el de la vagina dentata, que si lo dices en latín pues suena como que es una enfermedad sexual más elegante de lo que puede ser la sífilis o peor aún, las ladillas. La explicación probable sería la de justificar el miedo del hombre a entrar en esa senda oscura y a veces maloliente que representa al conducto sexual femenino (seguro que esta hipótesis se la ha inventado alguna científica de la Lesbos' University). La tradición dice que el verdadero galán, ese, no será mordido por la vagina dentata.
Y ni que decir tiene la de estragos que causaba la niña cuando el maromo de turno que se la quería trajinar no la gustaba... Lorena Bobit tiembla que la competencia es muy dura.
El caso es que tras acabar la película (la cual os recomiendo encarecidamente) me he tocado yo mi vagina espiritual, y me he preguntado si no estará también plagada de dientes, afilados, amenazantes, ávidos de destrucción, lo que hace que fracasen mis relaciones. Me pregunto a cuántos hombres habré yo matado espiritualmente una vez que hayan intentado asomarse a mi alma, o lo que es peor, a mi vagina espiritual.
Yo que en seguida tengo que hacer un drama propio de aquello que me rodea, por supuesto ya estoy más que convencida de mi problema dentario, así que ahora me pregunto por qué, por qué acabo mordiendo a todo el que me rodea si yo lo que quiero es amor...
Pues mira, ya tengo reflexión para el psicológo. A ver si cojo ya cita con uno bueno, de pago por supuesto, que se me están pasando los meses y como sigáis leyéndome y dejando vuestros comentarios a este paso me curo sola. Y eso sí que no. No quiero ser la única fracasada de mis 89 mejores amigas en no haber asistido a una terapia ni de la gestalt, de de brainstorm, ni nada de nada.
Con todo mi más gingival cariño, sempiternamente vuestra, se despide de vosotras, que me amáis,
Keki.
martes, 26 de febrero de 2008
DE PUERTAS PARA ADENTRO: QUIÉN ME LO IBA A DECIR...
lunes, 25 de febrero de 2008
SOY UN ESCRITOR FRUSTRADO
Hoy he vuelto a entrar al blog con la sana esperanza de que alguien lo hubiera visitado, pero no es el caso. Y no me importa, puesto que la idea de esta bitácora de a bordo era desde un principio descargarme psicológicamente de todos los demonios que llevo dentro. Vamos, una terapia.
Pero voy a serles sincero, quiero fama, quiero que las empresas de internet reconozcan el mérito de mis posts, quiero que me den un premio, quiero salir en la tele y que mi foto ocupe las pantallas de numerosas páginas webs... Echo una ojeada a otros blogs que utilizan el mismo servidor que un servidor, y todos tienen diseños maravillosos que yo no sé cómo demonios lo han conseguido sin ser hijos ilegítimos de Bill Gates, porque yo ya he probado todas las plantillas y sólo he podido conseguir este humilde diseño. La competencia es odiosa.
Todavía no he pedido cita para ir al psicólogo a contarle lo infeliz que soy, que no tengo pareja, que me encuentro en una situación de aislamiento total y que pudro a conciencia todas aquellas relaciones que osan (y bien digo osan) intentar cualquier tipo de trato conmigo.
Aunque tiempo al tiempo, todo es cuestión de que encuentre al profesional adecuado y de darle los argumentos oportunos. Porque yo me imagino, que te sientas frente al especialista, que te empieza preguntando tus datos, a hacer una ficha, etc, pero al cabo del rato, irremediablemente te preguntará: ¿Y bien, qué le trae por aquí?. Ahí es donde yo me pierdo, no tengo ni idea de qué decirle, estoy perdido, sí, me siento solo, fracasado, de acuerdo, pero todo ello es completamente superficial y falto de contenido sólido.
Definitivamente, soy un escritor frustrado.