BIENVENID@S

Hola a tod@s, este blog está pensado para todas aquellas personas que estén muy muy de los nervios, y quieran seguir paso a paso mi evolución en este período de mi vida caracterizado por tres factores: SOLTERÍA, HISTERIA Y FAMILIA.

Asistiréis a mis visitas al psicólogo y os iré informando si realmente merece la pena dejarse la pasta en alguien que se limita a escucharte y que podría ser perfectamente tu mejor amiguísssssima con la salvedad de que después del café te pide dinero.

Espero que os guste. Cualquier sugerencia, no tenéis más que expresarla.
Junt@s lograremos superar esta crisis de nervios.

martes, 17 de junio de 2008

EL ASESINO DE LA ESCALERA


Pues sí amigas, sí, otra vez he vuelto a ser víctima de una de mis andanzas más surrealistas de mis últimos seis meses. Pero esta vez, a diferencia de la china que me mordió la mano en una conocida estación de trenes, ha sido una experiencia verdaderamente terrorífica, más por el miedo que pasé por las horribles ganas que tengo de compartirla con vosotras queridas lectoras que me veneráis.



Andábame yo pía y serena en mi casa, tranquila, como una mujer más que planta cara al desidio de esta infame vida que por desgracia a algunas nos ha tocado vivir desde que el Prozac ya no está cubierto por la seguridad social y nos obligan a ingerir el maldito genérico que por mucho efecto similar que tenga es una basura, cuando, como decía, alguien sonó a la puerta.



Como yo soy una moderna convencida, y todas lo sabéis, en el pasillo de la escalera hay unos fotosensores, que son lucecitas divinas que se encienden en cuanto algo invade el espacio del pasillo. Pues bien, quiso la mala suerte que ese día, la lucecita que pasa justo por encima de mi puerta estuviera fundida, con lo cual, ahí no se veía nada.



Ante el ruido del timbre, reaccioné, de una manera casi automática, abalanzándome contra la mirilla. Efectivamente ágiles lectoras, ahí no se veía absolutamente nada. Bueno sí, una silueta, evidentemente negra, de alguien que esperaba ansiosamente a que yo abriera la puerta, a juzgar por su postura sinuosa y la mano apoyada contra su cadera...



- ¿Quién es? , pregunté inquieta, y pegué la oreja a la puerta.

- Auuauuu auuuaaauuau, creí entender.



Como bien habréis podido imaginar, la única traducción posible a semejante frase de idioma remoto es: "Intenta visualizar algo bonito, porque será lo último que registren tus retinas después de arrancarte los ojos".



El miedo empezó en ese momento a apoderarse de mí. Bien es cierto que tengo multitud de enemigas, y que entre vosotras, queridas lectoras, más de una me arrancaría la piel para hacerse un vestido e intentar así nutrirse de mi genialidad, pero en ese momento no entendí por qué alguien quería matarme de esa manera, sin haberme prevenido si quiera, sin decirme las razones, de una manera tan protocolaria, llamando a la puerta, sin ni si quiera una historia de complot o algo así para al menos morir de una manera original.



- ¿Quién es?, volví a repetir con la esperanza de poder entender mejor la anunciación de tan trágico desenlace.

- Auuuauuu auuuuu Uauauaau



En ese momento lo comprendí todo. No iba a ser posible un entendimiento entre aquel asesino y yo. Sus razones para matarme pesarían en su cabeza tanto como las mías en mi cerebro para seguir vivo, así que no habría diálogo por medio. Estaba aterrorizada. Pensé en mi infancia entonces, y después, en mi adolescencia. Juzgué en ese preciso instante que quizás habría vivido demasiado, y ya habría hecho todo lo que tenía que hacer. Fue en ese momento cuando una súbita paz invadió mi cuerpo. Un pensamiento salomónico se instaló definitivamente en mi cabeza: Cuanto antes abra la puerta, antes me matará, y antes habré acabado con esta situación.



Morir tan joven y bella no me hacía mucha gracia. Pero el hecho de sentir que había arreglado las cuentas conmigo mismo en el autojuicio de moral que me practiqué antes de ser asesinada me hacía sentirme francamente bien. Iba a morir dignamente, asesinada, pero dignamente, así que no me lo volví a pensar por si acaso me arrepentía. Abrí la puerta de una manera brusca para recibir como se merece a la persona que te va a matar.



El desenlace no pudo ser más trágico. Ni decepcionante. Una bella mestiza, un poco desgarbada en sus formas pero graciosa de cara, recién salida de ninguna parte me decía sonriendo y con tono jocoso: "Ha olvidado usted sus llaves metidas por fuera de la puerta. Ponga atención, nunca se sabe". Entonces la miré perpleja, casi enfadada. Llevaba puestas unas ridículas gafas redondas, de esas para astigmatas que te hacen los ojos más grandes y tenía el pelo atado de cualquier forma con la primera goma que había encontrado por ahí. "Muchas gracias, es usted un encanto", me vi obligada a responderle siguiendo el protocolo. Y añadí: "Con gente como usted, alimento la esperanza de que todavía queda gente buena en este mundo".



Y con un cierto aire de tristeza, obsesionada ante la idea de que en mi vida hace mucho tiempo que no pasa nada interesante, cerré la puerta convencida de que esa mujer era una especie de ángel hipermétrope que quería ayudarme a rellenar el post de este mi humilde blog.

2 comentarios:

begobego dijo...

Que te he querido poner aquí un mensaje, pero creo que te lo he mandado a Hotmail.
Pues nada que voy a hacer correr la voz, para intentar que te combiertas en "la escritora" mediatica que deseas.
Un beso.
Me ha gustado mucho.

É from G dijo...

por favor, que no bajes el tratamiento anitdepresivo, y estoy contigo, solo vale el original ... Quien sabe lo que ponen en los genericos....